De todas formas estamos orgullosos de ser el único grupo de animación que puede decir que no ha fallado a ninguna Copa del Rey en las últimas 8 temporadas, estando siempre presentes desde los cuartos de final. Todo eso a pesar de los altos precios de los abonos y del antimadridismo predominante.
Nos dejamos el alma animando en nuestro partido contra el FCB pero poco pudimos hacer en un pabellón tan grande, con nuestros abonos en lo más alto de las gradas y con la poca ayuda del resto de madridistas desplazados. Tan solo hubo 4 o 5 buenos momentos en los que conseguimos enganchar al resto de la afición. El equipo partía como el máximo favorito pero se enfrentaba a un duro rival. Tras dos prórrogas el partido se nos escapó de las manos y nos quedamos fuera de la Copa a las primeras de cambio. Duro panorama el que se nos presentaba a los desplazados, con 115 € invertidos en el abono y con un tiempo que invitaba a cualquier cosa menos a hacer turismo.
Y es que nos gusta el basket, nos encanta, pero a nosotros lo que nos mueve es nuestro madridismo. Si no juega nuestro equipo no pintamos nada en ese circo en el que se ha convertido, desde hace varios años, la Copa del Rey. Preferimos ver los partidos por la tele que asistir a ese festival del “comepollismo”, donde los que se animan entre sí un año, se alían al año siguiente con cualquier otra afición y acaban “enfrentados”. Eso sí, todos en contra del Madrid, eso que no falte. Si acudimos a la Copa es exclusivamente por no dejar solo a nuestro equipo.
Nos dejamos el alma animando en nuestro partido contra el FCB pero poco pudimos hacer en un pabellón tan grande, con nuestros abonos en lo más alto de las gradas y con la poca ayuda del resto de madridistas desplazados. Tan solo hubo 4 o 5 buenos momentos en los que conseguimos enganchar al resto de la afición. El equipo partía como el máximo favorito pero se enfrentaba a un duro rival. Tras dos prórrogas el partido se nos escapó de las manos y nos quedamos fuera de la Copa a las primeras de cambio. Duro panorama el que se nos presentaba a los desplazados, con 115 € invertidos en el abono y con un tiempo que invitaba a cualquier cosa menos a hacer turismo.
Y es que nos gusta el basket, nos encanta, pero a nosotros lo que nos mueve es nuestro madridismo. Si no juega nuestro equipo no pintamos nada en ese circo en el que se ha convertido, desde hace varios años, la Copa del Rey. Preferimos ver los partidos por la tele que asistir a ese festival del “comepollismo”, donde los que se animan entre sí un año, se alían al año siguiente con cualquier otra afición y acaban “enfrentados”. Eso sí, todos en contra del Madrid, eso que no falte. Si acudimos a la Copa es exclusivamente por no dejar solo a nuestro equipo.