Toda la temporada esperando que llegara este momento, la ansiada Final Four, pensando en levantar el título que se nos resiste desde el 95.
Aunque los precios no eran los más económicos, más bien todo lo contrario (165€ el abono más barato), y la época en la que vivimos no es la mejor, hasta 70 miembros del grupo nos desplazamos a Londres. Algunos lo hicimos en viaje organizado, otros por su cuenta con rutas y planes de viaje surrealistas con tal de poder costearse el desplazamiento. El caso es que antes de empezar la semifinal ya estábamos 70 Berserkers dispuestos a darlo todo por nuestro equipo. Y es que nuestro madridismo supera con creces cualquier adversidad y nos lleva a hacer locuras y esfuerzos que por cualquier otra cosa no haríamos.

Desde el primer momento el grupo estuvo de 10, levantando a gran parte de la afición madridista que de manera abrumadora sobrepasó a la afición culé. Se combinaron cánticos sencillos para que pudieran ser más seguidos por el resto de la afición con cánticos más elaborados aunque predominaron los primeros. Los cánticos salían del alma, queríamos alcanzar la final como fuese y cantábamos con todas nuestras fuerzas.

Afrontamos el sábado de una forma completamente distinta a como lo hicimos dos años antes en Barcelona. Esta vez era un sábado de ilusión, de pensar en que al día siguiente podríamos volver a ser campeones de Europa. Nos dividimos en diferentes grupitos para visitar la capital inglesa según las preferencias de cada uno y para redondear el día, acabamos juntándonos más de medio centenar de miembros del grupo en un conocido club inglés. Grandes de recuerdos de esa noche de ilusión en Londres, con pintas que se acababan en un abrir y cerrar de ojos y episodios surrealistas como el de una joven belga cantando "Berserkers es sensacional" siguiendo indicaciones de uno de los reyes de la fiesta del grupo. La vuelta de un buen grupo al hotel tardando el doble de lo normal también fue digno de mención.
Y llegó el domingo y con el, los nervios. No eran los nervios de cualquier final, eran los nervios de la FINAL DE LA COPA DE EUROPA. Jugábamos contra el Olympiakos, el que era el vigente campeón, que aún reduciendo su presupuesto se había plantado de nuevo en la gran final, esta vez pasando por encima del CSKA, el gigante económico ruso.

El Olympiakos comenzó a reducir la ventaja ayudados por un trío arbitral que permitía a los griegos defender con gran dureza. Eso provocó que los aficionados griegos se metieran en el partido y nos lo pusieran mucho más difícil. A pesar de eso seguíamos animando con fuerza acompañados por el resto de madridistas desplazados cuya actitud nos sorprendió muy positivamente. Llegamos al final del tercer cuarto igualados, con un empate técnico también las gradas a pesar de la abrumadora superioridad en número griega.
En el último cuarto todo se torció, el Olympiakos sacaba una ventaja que ya no íbamos a poder superar. Los aficionados griegos entonces ya dieron todo un recital sabiendo que tenían la victoria en sus manos. Acabado el partido, se vieron las prímeras lágrimas en los rostros de algunas de nuestras chicas y también en el de algún que otro chico. Lagrimas de MADRIDISMO. Se nos había escapado la tan ansiada Copa de Europa, pero en esta Euroliga habíamos recuperado algo muy importante, el respeto como equipo y como afición. El Madrid estaba de vuelta, por fin podíamos decir que habíamos vuelto a la élite europea de verdad. Y entre la afición también había surgido algo especial, el saber que sin pertenecer a ningún grupo también se puede animar de pie.
En cualquier caso, y a pesar de la gran decepción final, gran Euroliga para nosotros como grupo, con grandes tifos, grandes partidos de animación y una presencia sobresaliente en la Final Four.
VOLVEREMOS Y LO HAREMOS PARA GANARLA. EUROLIGA... ¡NO TE ESCAPARÁS!
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